Saturday, April 16, 2011

Ahora estás embarazada (The Wave Pictures)

Mark y Nelly empezaron a salir cuando ambos estaban en su peor momento. Trabajaban juntos en una zapatería y los dos se sentían muy solos. Comenzaron a verse de manera informal. A pesar de que tenían la misma edad, Nelly parecía más grande. Gracias a Mark, Nelly fue ganando confianza y de a poco se volvió más optimista y amigable. Un día, ella anunció que se había puesto de novia con un músico. Para Mark, fue el fin del mundo. A partir de ese momento, buscó refugio en el jardín de la casa de los padres o en su propio departamento, donde pasaba horas mirando la ciudad de Nueva York a través de su ventana. Nelly siguió con su vida, indiferente al sufrimiento de Mark. Por las noches, Mark llegaba a la casa, sintonizaba la radio y cantaba baladas de Johnny Cash. Producto del rencor y de su orgullo, Mark les decía a sus amigos que no necesitaba terapia y que le bastaban sus cigarrillos. Sin embargo, los días pasaban y no lograba olvidar a Nelly. Una tarde, escuchó por la radio que Johnny Cash había muerto. Pensó que hubiera deseado que cualquier otra persona hubiese muerto en vez de su ídolo. Pensó, por ejemplo, en que prefería que hubiese muerto su abuela y se sintió mal. Pensó en el bien y el mal: ¿qué tan cruel estaba siendo si deseaba que falleciera una persona de casi la misma edad que Cash con la que tenía una relación íntima? ¿Por qué prefería mantener vivo a un ícono del rock y la música country que a un miembro de su familia? En ese instante, sintió que algo tenía que cambiar en su vida. Pensó en tomarse un tren, con el único propósito de utilizar el trayecto para pensar en si debía confesar sus sentimientos. Imaginó que entraba a la zapatería, se probaba unos zapatos negros e ignoraba a Nelly, mientras coqueteaba con las clientas. Luego se imaginó lo opuesto: entraba al negocio y le decía a Nelly que la adoraba. No había demasiado qué hacer, la adoraba. Johnny Cash había muerto ese día e imaginó que ella comentaría, con cierto desinterés: “Pero no es como Elvis, ¿no?”. Pero cuando finalmente entró al negocio pasó algo que no se esperaba: Nelly estaba flaca, pálida y con unas orejas marcadas que opacaban sus ojos verdes. Además, tenía una pierna enyesada y con la otra rengueaba. “¡Mark!”, gritó cuando vio a su antiguo novio a punta de entrar a la tienda. Él se dio vuelta y empezó a retroceder sin mirar atrás. Cuanto más se alejaba, más sentía que dejaba a su paso una versión de sí mismo con la que ya no se identificaba.