Friday, April 22, 2011

No estés mal (Jeffrey Lewis)

Cansado de escuchar los reproches de su novia Marianella, Felipe organizó una salida al acuario. A Marianella le gustaban mucho los animales, especialmente los peces. Hacía algunas semanas le había propuesto a Felipe comprar unos peces para su casa pero él se había negado que no tendrían el tiempo suficiente para dedicarse a ellos.

Al llegar al acuario, Felipe pagó la entrada. Marianella parecía excitada con la salida. El lugar era un recinto con las paredes y el techo de vidrio, como un acuario gigante. En el medio, tenía una cinta transportadora mediante la cual los visitantes se desplazaban y contemplaban la fauna a su alrededor. Marianella apoyaba la nariz contra el vidrio y les hacía muecas a los peces. Felipe le pidió varias veces que dejara de hacer eso y le dijo que se veía ridícula. Marianella le contestó, enojada, que él siempre tenía algo para criticarle. Felipe no dijo nada.

Cuando llegaron al sector en donde estaba los tiburones, Marianella se asustó. Felipe le dijo que los tiburones eran inofensivos a menos que alguien los molestara. Marianella dejó de hacer lo del vidrio y las muecas. Felipe no entendía por qué tanta gente se asustaba de los tiburones mientras que los seres humanos podían ser cientos de veces más malvados. Reflexionó sobre el bien y el mal. ¿Un tiburón que ataca a una presa para alimentarse es malo? ¿Quién dijo que vivir en una civilización es mejor que vivir en estado salvaje? Le explicó a Marianella que los tiburones sólo atacaban cuando tenían hambre y que era parte del instinto animal. Marianella lo miró confundida. Felipe pensó que Marianella se asustaba muy fácilmente de las cosas y recordó una ocasión, cuando recién empezaban a salir, en la que ella había ido a buscarlo a la salida del trabajo en auto. Cuando Felipe salió de su oficina, la encontró dentro del auto, inmóvil y bañada en lágrimas. Marianella le había dicho que un peatón había cruzado la calle sin mirar el semáforo y que se había enojado con ella porque casi lo atropellaba. El peatón le había golpeado el parabrisas con el puño y ella se había asustado.

Al salir del sector de los tiburones, ingresaron al área donde se encontraban las pirañas. Marianella de pronto dijo que se sentía mal y con ganas de vomitar. Felipe la acompañó al baño. Adentro había dos mujeres mayores que lo miraron mal. Marianella vomitó en el lavamanos y le pidió a Felipe que llamara a un médico. Felipe le lavó la cara y la llevó al sector de los peces dorados mientras esperaban la ambulancia. Marianella estaba pálida. Felipe quiso distraerla y entonces pegó la cara contra el vidrio y empezó a hacerle muecas a los peces. Quince minutos más tarde, cuando llegó la ambulancia, Marianella ya se sentía mejor. En el camino de vuelta a la casa, Felipe se detuvo en una veterinaria y compró un pez payaso.