Friday, April 22, 2011

La mudanza (Jeffrey Lewis)

A un año de irse a vivir juntos, Ramiro y Laura decidieron mudarse porque les habían aumentado el alquiler del departamento y ya no podían pagarlo. Al principio, Laura se sintió frustrada porque le gustaba mucho su departamento. Sin embargo, aceptó que tenían que hacer un cambio y empezó a mirar el diario por las mañanas en busca de otro lugar donde vivir. El barrio donde residían era bastante caro, por lo cual la mudanza implicaba moverse hacia otra zona de la ciudad. Al ser extranjera, su conocimiento se limitaba a su barrio, la zona céntrica y el área donde estaba su trabajo. Durante un tiempo, comenzó a tomar colectivos que nunca había tomado en busca de lugares distintos. Cuando veía un barrio que le gustaba, se bajaba y comenzaba a caminar. Entraba a los bares y hablaba con los mozos e intentaba imaginarse caminando por esas cuadras, haciendo compras o bajándose del colectivo de noche.

Al fin, un día encontró un departamento a un precio accesible en un barrio al que nunca había ido. Fue con Ramiro a verlo y a ambos les gustó. Durante los días siguientes, se dedicaron a embalar decenas de cajas con ropa, papeles y objetos de todo tipo. Lo hacían por la noche mientras escuchaban música y charlaban. Laura decidió deshacerse de bastantes cosas, ya que el departamento nuevo tenía la mitad de espacio que el anterior. Se dio cuenta de que la mayoría de los objetos que la rodeaban le eran indiferentes y que había ropa que no utilizaba. Puso una lona en la puerta de su departamento y vendió casi todo lo que tenía: vestidos, sacos, polleras, discos, anteojos de sol.... Al deshacerse de estas cosas, sintió una gran liberación.

El día de la mudanza, unos amigos fueron a ayudarlos a mover las cosas de un departamento al otro. Uno de ellos les prestó su camioneta para transportar los muebles. Ramiro subió y puso en marcha el motor. Laura dijo que iría a verificar que no hubieran olvidado nada adentro. Subió los tres pisos por escalera y entró al departamento completamente desamoblado. La heladera estaba vacía, sólo quedaba una cubetera rota. Le pareció que el lugar se veía más chico que de costumbre. Miró a su alrededor y revisó los cuartos: no quedaba nada. Sacó la llave de su bolsillo, salió y cerró la puerta.

Laura subió a la camioneta y partieron, no sin antes saludar al viejo edificio con la mano. A mitad de camino, Ramiro se detuvo en una plaza para comer unos sandwiches. Se sentaron en el pasto, miraron el camión y se rieron del hecho de que en ese momento no tuvieran una casa armada en ningún lado sino que sus vidas estaban en el camión. Laura pensó en el bien y el mal. Si en ese momento alguien subía al camión, lo ponía en marcha y escapaba con sus cosas, ¿estaría bien causarle el mismo daño a esa persona? La venganza era un tema que siempre le había despertado curiosidad. Cuando terminaron de comer, se subieron al camión y siguieron su camino.