Friday, April 22, 2011

La canción que habla de sexo en el Chelsea Hotel (Jeffrey Lewis)

Ayer vi a una ex novia en el colectivo e intenté esconderme para no tener que saludarla. El colectivo estaba bastante lleno y no pude pasar para el fondo. Ella estaba sentada cerca de la máquina de boletos e iba leyendo un libro. Me pareció que era una novela de algún autor británico, de esos que le gustaban. Yo me ubiqué unos metros atrás suyo; ella no sacaba la vista de su libro. Al lado mío había dos chicos conversando. Uno la miraba de reojo; me dio la sensación de que era gay. Hacía años que no la veía: tenía el pelo muy corto, por arriba de los hombros, y unas hebillas de muchos colores. Además, en su espalda tenía un tatuaje nuevo que decía “Las Vegas”.

Yo estaba bastante nervioso e intentaba no pensar en la situación incómoda que se iba a dar si ella se levantaba para bajarse. ¿Qué hacía? ¿La saludaba? La última vez que la había visto estábamos en un bar. Apenas habíamos salido dos meses y me citó para decirme que yo me estaba tomando las cosas muy en serio y que no quería ningún compromiso. Ella estaba muy mal porque estaba saliendo de una relación larga. Yo no quería ningún compromiso tampoco; me pareció tan estúpido su argumento que decidí que no valía la pena verla más, si eso era lo que quería. En realidad, me hubiera gustado seguir viéndola pero sentí que no verla más sería como un castigo, porque en el fondo sabía que ella sí quería verme pero estaba haciéndose la difícil. Pensé en el bien y el mal. ¿Qué es esto de perderse de hacer lo que uno quiere por "hacer el bien" o "hacer lo correcto"? A veces actúo de una forma tan ridícula...

Me detuve a escuchar la conversación de los chicos que estaban al lado mío. Uno de ellos estaba describiendo una canción que hablaba de una mujer y un músico teniendo relaciones, revolcándose, dándose, cogiendo, garchando, culeando en un hotel y de lo genial que era la letra. El otro chico se reía y parecía fascinado. En ese momento, por puro impulso, me salió decir “¿Leonard Cohen?”. El chico dijo que sí, entusiasmado, y le dijo al otro “¿Viste?”. Parecía contento. Nos pusimos a charlar sobre Leonard Cohen y de lo buenas que estaban sus letras y la sinceridad con la que hablaba de todo. Estábamos los tres en un colectivo lleno hablando como si nos conociéramos de siempre.